jueves, 21 de mayo de 2015

APRENDER JUGANDO

DOS CUENTITOS

Ideal para leer a los chicos y proponerles hacer un dibujito de los personajes o de lo que imaginan de las historias...
A disfrutar!...


EL CARRO DE BABEL por Beatriz Actis[1]

Un señor tenía un pato que ladraba. Lo metió en un canasto con tapa y se fue a recorrer las plazas de los pueblos.
Le decía a la gente que tenía un pato que ladraba, pero nadie le creía. “Si me dan una moneda”, les decía, “se los muestro. Si no ladra, les devuelvo la moneda y les doy otra más”.
Entonces sacaba al pato (que como estaba un poco confundido no ladraba), le hablaba en la oreja para convencerlo y el pato ladraba. Con el dinero que ganó gracias al pato, el señor se compró una motoneta (para él) y un carrito (para el pato).
El carrito tenía una sola rueda e iba enganchado a la motoneta como un sidecar. También le compró un casco al pato.
 Un buen día, el señor encontró un gato que hacía mu, y también lo metió adentro del carrito. Se llevaba muy bien con el pato.
Después encontró un perro que hacía miau y tuvo que agrandar el carrito. En realidad, lo cambió por otro más grande (un carro, y no un carrito). Compró dos cascos más. Fue entonces cuando encontró la vaca que hacía cua y tuvo que comprar un carromato de circo para que entraran todos. (Los cascos ya no eran necesarios). En el viaje los animales conversaban, porque si no, se aburrían. Se hicieron muy amigos.
En medio de la larga travesía por la llanura, el pato le enseñó a ladrar al perro, el perro le enseñó a maullar al gato, el gato le enseñó a mugir a la vaca y la vaca le enseñó a parpar al pato.
Entonces se dieron la mano, abrieron la puerta del carromato y cada uno se fue por la vida con rumbo distinto.
Ahora que eran bilingües podían trabajar como traductores (sobre todo el pato, el gato y el perro) o como secretaria ejecutiva (sobre todo la vaca).
También podían publicar un diccionario vaca-gato, gatovaca; pato-perro, perro-pato; etcétera.
El señor les vendió el carromato a los gitanos y se fue con su motoneta a buscar algún gladiolo con olor a jazmín o bien, alguna mandarina con gusto a banana. No sabemos qué tal le fue.

 EL ASTRONAUTA DEL BARRIO Por Silvia Schujer [2]


Apenas sonó el despertador, el señor Poquito Pérez saltó de la cama como un resorte. Se quedó un rato parado en el medio del cuarto, y cuando creyó estar despierto, subió la persiana.

"Va a ser un día de sol", se dijo. Porque a través de la ventana vio que el cielo estaba celeste.

Pensando en el sol, el señor Poquito Pérez se pegó una ducha fresca y se vistió con ropa liviana: un pantaloncito corto, una remera de hilo y una gorra con visera. También preparó los anteojos negros, pero no se los puso hasta la hora de salir.

Antes de afeitarse prendió la radio y escuchó un informativo. Entre noticia y noticia, el locutor le recordó a la gente que esa mañana empezaba el invierno.

"¡Pero si ya estamos en invierno!", se acordó el señor Poquito Pérez. 


Así que, para no morirse de frío en la calle (a veces, aunque haya sol hace frío), además de lo que ya se había puesto, se calzó un buzo, un pañuelo de garganta, guantes y un par de medias de lana.

Después de afeitarse, el señor Poquito Pérez fue a la cocina a prepararse unos mates. Estaba desayunando cuando en eso miró la hora y recordó que no era domingo, que tenía que ir al trabajo.

"¡Qué tonto!", se dijo. "¿Cómo voy a ir a trabajar con pantaloncitos cortos?".

Volvió entonces a su habitación y así nomás -para no perder tiempo- se puso unos pantalones largos arriba de los cortitos, el saco del traje arriba del buzo (y de la remera) y un par de zapatos sobre las medias de lana.

Antes de salir a la calle, el señor Poquito Pérez volvió a mirar por la ventana y el celeste del cielo se había vuelto gris. No sólo no había una hilacha de sol, sino que las nubes, gordísimas, parecían a punto de explotar.

-Va a llover -comentó-. Lo que me faltaba.

Y para no mojarse, encima de lo que ya tenía, se puso una campera con capucha. Sobre la campera, un piloto y sobre los zapatos -para no arruinarlos-, un par de botas de goma.

Un poco incómodo, el señor Poquito Pérez abrió la puerta y salió de su casa. Caminaba por la vereda tan despacio y endurecido de ropa que más de un vecino lo confundió con un astronauta. Y hasta tal punto parecía un astronauta que él mismo se convenció: cuando llegó a la parada, en vez de un colectivo, tomó una nave espacial (una que pasaba por la esquina). Y tan bien lo trataron en la nave esa mañana que, en vez de ir al trabajo, el señor Poquito Pérez, se fue derecho a la Luna.

Y lo bien que lo pasó...






[1]Beatriz Actis (Sunchales, 10 de octubre de 1961) es una escritora argentina, egresada de la carrera de Letras de la Universidad Nacional del Litoral, editora y especialista en promoción de la lectura y enseñanza de la literatura. Ha escrito más de veinte libros de literatura para adultos y para niños, además de títulos de educación. Ha publicado en Argentina, México España.
Como especialista en el campo de la literatura para niños y jóvenes, da cursos de capacitación en promoción de la lectura destinados a equipos directivos, docentes y bibliotecarios en Argentina y el resto de Latinoamérica (PanamáEl SalvadorRepública DominicanaColombia,Venezuela).Formó parte del «Plan Nacional de Lectura - Programa de Escritores», dependiente del Ministerio de Educación de la Nación. Fue becaria del Fondo Nacional de las Artes.
Dentro del campo editorial, dirige en Homo Sapiens Ediciones las colecciones de literatura para niños «La Flor de la Canela» y «Mitos y leyendas», y la colección de Educación «Leer y escribir más». Realizó la selección literaria de los libros de texto Vuelapalabras 1, 2 y 3, de Editorial Aique.
[2] Silvia Schujer (Olivos28 de diciembre de 1956) es una escritoraargentina, especializada en literatura infantil.Sus primeros acercamientos a la literatura fueron durante la adolescencia. En esa época vivía en México, ya que su padre debió mudarse por cuestiones laborales, y estaba de moda el realismo mágico. Schujer leyó a Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, entre otros. También recuerda haberse impresionado con Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
En 1974 nace su hijo, Mariano Fernández, con quien trabajó en la composición musical de sus obras Palabras para jugar con los más chicosCanciones de cuna para dormir cachorros, y Pasen y vean – canciones del circo.
Es Profesora de Literatura, Castellano y Latín. Se desempeñó como directora de coros infantiles, trabajando en las discográficas CBS, RCA y Music Hall. Grabó un disco llamado Silvina y los chicos del mundo y varias de sus composiciones fueron grabadas en discos de Cantaniño.
Trabajó como codirectora del suplemento infantil del diario La Voz, y fue secretaria de redacción del periódico Mensajero y de la revista infantil: Cordones sueltos. Además realizó colaboraciones en otros medios gráficos como CrónicaDiario PopularAnteojitoCosmikBillikenHumi y A-Z diez.
Integró el Consejo de dirección de la revista La Mancha (de literatura infantil y juvenil) junto a otros escritores comoGraciela MontesGraciela CabalLaura DevetachGustavo RoldánEma Wolf y Graciela Pérez Aguilar.
Entre 1988 y 1998 trabajó en la editorial Sudamericana, dentro del departamento de Literatura Infantil y Juvenil.

DECO/DYI

HACELO VOS: UN MUEBLE CHIC

Si heredaste de la abuela un mueble antiguo o te dan ganas de darle un toque mas chic o renovar alguno viejo te doy una idea muy fácil para decorar muebles con papel pintado o papel de empapelar.

Los materiales* que necesitas son:
  • espátula de plástico
  • lija
  • cola de encolar empapelado o adhesivo vinilico en pasta
  • pincel para la cola
  • papel de empapelar
  • tijera o cutter
  • centímetro
Pasos:

Primero lijamos la zona en donde vallamos a poner el papel, para abrirle el poro a la madera y que la cola agarre mejor.
Luego cortamos el trozo de papel previamente medido, si es algo más grande (unos centímetros) mejor. 
Encolamos el trozo de papel cortado, dejamos actuar la cola durante 5 minutos y luego lo pegamos en su sitio, y sin apretar mucho con una espátula de plástico, sacamos las burbujas y lo dejamos perfectamente pegado sin ninguna arruga ni burbuja.
Si hemos cortado el papel algunos centímetros más grande, perfecto, ahora tomamos el cutter y muy despacio vamos cortando a ras el papel sobrante. 
Una vez pegado y a modo de protección se le puede dar una mano de barniz

  

Algunos modelos



No quedan divinos???
Animate y hacelo!!


* Yo compré todo en http://decoralrosario.com.ar/